El domador monta al animal cuyo pial es inmediatamente soltado. El caballo al sentir sus patas libres y el peso desacostumbrado del jinete sobre su lomo comienza a corcovear y a pararse de manos con la intención de desazonar al jinete. El hombre sólo logra mantenerse sobre el animal y reducirlo gracias a su destreza y fuerza y repetidos rebencazos rítmica y generosamente distribuidos sobre las ancas. Durante esta tarea, el domador es ayudado por otros dos hombres a caballo llamados "padrinos", cuya misión consiste en auxiliarlo obligando al potro a seguir en una dirección determinada. Una sola sesión no basta para amansar un potro; en días posteriores habrá, de seguir otras hasta lograr su completo dominio.
La doma es completa y difícil pues se intenta amansar al potro...
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